MILES JOHN DEMPSTER

30 de julio de 1943-18 de marzo de 2024

MILES JOHN DEMPSTER, de 80 años, a quien le sobreviven su amada compañera Colette Fortin, sus hijos Alec y Marina, y sus queridos nietos (Paloma, Lucian y Eliseo) falleció pacíficamente en compañía de familiares y entrañables amigos en La Maison St. Raphaël, en Montreal, después de un viaje de tres años con el cáncer. “Il laisse dans mon coeur et mon âme, une empreinte indélébile” [‘Deja en mi corazón y en mi alma una huella imborrable’] - Colette

Miles nació en Witney, Inglaterra, en 1943; hijo de Diana Evelyn Taylor y Fergie Lee Dempster, y hermano menor de Laila Honey Dempster. Su padre fue un alto oficial del Servicio Secreto de Inteligencia Británico, con misiones en el extranjero. Miles tenía buenos recuerdos de su primera infancia, en Cataluña, y a partir de los nueve años estudió en un internado ingles. Durante las vacaciones, veía sus padres en distintas partes del mundo, como Vietnam y Australia. Todo esto contribuyó a lo que él llamó una “experiencia sin anclajes”, en la que pudo asimilar la cultura de cada puerto, sin sentirse atascado exclusivamente en ninguno de ellos.

Su contacto con la música comenzó de niño, en España, donde aprendió a cantar las habaneras que solía interpretar con su hermana y su padre. En la secundaria descubrió la guitarra y formó una banda de skiffle con la que tocaba las canciones de Lonnie Donegan, para el regocijo de todos los estudiantes. Fue el inicio de una vida entera dedicada a la guitarra. También descubrió a Bach, escuchando el órgano en misas, y disfrutó sesiones de escucha de música clásica guiadas por un maestro de la escuela. Antes de entrar a la universidad, pasó un año estudiando guitarra clásica y flamenca en Madrid, y acudió a clases magistrales con Andrés Segovia, en Santiago de Compostela.

A pesar de su deseo de dedicarse a la música, Miles sentía presión para convertirse en un capitán de la industria, lo que significaba estudiar Economía en la Universidad de Cambridge, donde tuvo la suerte de conocer a algunos de sus mejores amigos de toda la vida, y donde pudo desarrollar su intelecto natural, lo que le sirvió en diversos puestos: primero en Formica Internacional, en Londres, en la Comisión Federal de Electricidad, en la Ciudad de México; en el Hospital para Niños Enfermos y Ontario Hydro, en Toronto, y en Info Zero Un/Voxco, en Montreal, empresa que estableció en conjunto con su querido amigo Louis.

A la par de su desempeño académico y del trabajo de oficina, la guitarra siempre estuvo a su lado: mientras estaba en Cambridge, Miles realizó un concierto de guitarra, a la luz de velas, en Kettle’s Yard, y de vacaciones en Ibiza con sus padres le dio serenatas a Françoise, con quien se casó. Después de vivir un tiempo en Londres, se mudaron a la Ciudad de México, donde nacieron Marina y Alec. Serían años felices y coloridos de expansión familiar y amistades duraderas.

En 1975, al mudarse a Canadá desde México, atraído por un contrato de grabación, Miles asistió al Festival Internacional de la Guitarra de Toronto, donde probó por primera vez un laúd, en el stand del laudero Colin Everett. Al percatarse de su destreza en el instrumento, Colin, un paisano británico excéntrico, simplemente le dijo que se lo quedara. El gesto de generosidad y el que Miles invitara a Colin a tomar una cerveza después, generó una amistad duradera (y el apodo de Molson, marca de una cerveza canadiense). Tres años más tarde, en Guitar ’78, Miles ya tocaba el laúd y daba clases magistrales a principiantes, como a su querido amigo Bruno. En la reseña de un concierto de 1977, en el Ottawa Citizen, se decía que había “mostrado una exhibición envidiable de control técnico y emocional”, y se le describía como “uno de los pocos que han hecho con éxito la transición al laúd, y que sólo pudo haberlo logrado gracias a una integridad férrea aliada a su talento natural”.

También fue un acompañante de guitarra sensible y atento, como lo atestiguaron quienes asistían a los conciertos que organizaba con la cantante catalana María Teresa Rifa, interpretando repertorio en inglés, español, francés, portugués y catalán. Los arreglos musicales eran elaborados por Miles con la misma energía y cuidado que dedicó al desarrollo de su propio programa de software llamado Score Conversions, diseñado para realizar traducciones entre diferentes tipos de tablatura de música antigua. Editó numerosas partituras y también colaboró con investigadores de música antigua, quienes lo contrataron para trabajar en sus proyectos.

Como padre, Miles fue todo amor y aliento. Sus hijos beneficiaron de viajes espontáneos al campo, aventuras culinarias y de los mentores musicales que eligió para ellos. El regalo de los últimos años fue recordar que el tiempo que tenemos no se debe dar por sentado. Su presencia se volvió cada vez más poderosa y alegre, a través de las conversaciones diarias en que abordaba la ligereza y la gravedad de cualquier asunto.

Si bien es imposible resumir la vida de un hombre renacentista como Miles, hecho de muchos países, transiciones y curiosidades, basta decir que fue un maestro del estar presente. La atmósfera natural de ritual y celebración que imbuyó en la vida diaria era evidente en el afilado de sus cuchillos de cocina, en el placer de atender la estufa de leña y de restaurar las viejas ventanas con vidrio artesanal de la hermosa casa que habitó en Marbleton, en Les Cantons de l’Est’, con Colette “su rock”, durante una década eufórica, antes de mudarse a su apartamento en Montreal. Su hogar, dondequiera que estuviera, era armonioso y lleno de luz, arte y música.

Así como se nutría de la música y la conexión, también atesoraba su soledad y el silencio, lo intersticial y los espacios entre notas. Su descripción de la felicidad perfecta era la de momentos que no dependían de la “racionalización”. En sus propias palabras: “el amor incondicional que tengo por mis hijos, nietos y amigos más cercanos; el amor que recibo de mi familia y compañeros; las sensaciones al estar en contacto con la naturaleza, como al sentir la brisa en mi rostro, al caminar descalzo por la orilla del mar, sintiendo la arena húmeda entre los dedos de los pies..., sensaciones que unen el yo al universo eterno”.

Todos aquellos que conocieron a Miles se han sentido inspirados por el valor que mostró ante el desafío. Como dijo su querido amigo Alec Grant: “Siguió siendo el mismo Miles que conocíamos y amamos en nuestra juventud, ¡a cargo de la agenda, con entusiasmo y siempre viendo el punto principal, rápido para ver el lado divertido y atento incluso a las cosas más comunes!”. Lo extrañaremos mucho, pero él hubiera querida que miráramos el lado luminoso de la vida y de la muerte; probablemente, bromearía: “¡Va te faire cuire un oeuf!” [‘¡Vete a freír espárragos!’].

agradecimientos

Nuestra familia desea agradecer, desde el fondo de nuestro corazón, a la comunidad multicultural de personal alegre, compasivo y devoto de La Maison St. Raphaël, que atizó su sentido del humor, cantó y bromeó con él en español, francés e inglés. A pesar de lo disminuido de sus capacidades físicas, Miles continuó brindando luz, risas y canciones a quienes lo rodearon durante sus últimos tres meses.

Asimismo, agradecemos afectuosamente los excelentes servicios de atención domiciliaria de NOVA y de CLC Côte-des-Neiges, en un periodo documentado tiernamente en 'Vers une belle mort/La Presse'.

Photo: Martin Chamberlain - La Presse

RECUERDOS ET Donaciónes

Si desean hacer una donación en nombre de Miles, ò compartir un recuerdo o consuelo, pueden hacerlo aquí:
https://publideces.com/avis-de-deces/miles-john-dempster/

Celebraciones

Están empezando a organizarse celebraciones en su honor, posiblemente un concierto en la capilla de la iglesia Saint Jean-Baptiste en Montréal.

Miles nos expresó el deseo de tener sus cenizas esparcidas al pied de su árbol preferido “el haya”, en la propiedad de sus amigos queridos Carole y Mario.

Comuníquese con nosotros si desea asistir:

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